El pròxim diumenge 18 d'octubre, a les 12h., dins de les activitats para·leles programades per la III Mostra Viva a La Nau Centre Cultural (seu histórica de la Universitat de València i actual Vicerectorat de Cultura i Igualtat) es presentarà el llibre de poemes Novunque (vertebre romane). Aquest llibre, publicat per l'editorial Amargord, és el volum setze de la 'Colección 11' dirigida per Viktor Gómez i Javier Gil.
El llibre de poemes naix d'una estada a la ciutat de Roma durant la tardor de l'any 2010 i ara, cinc anys després, en una tardor valenciana, veu la llum traduït a cinc llengües –gràcies a la col·laboració de Jaume C. Pons Alorda i Lucia Pietrelli (català); Maria Do Cebreiro i Marco Paone (gallec); Miren Agur Meabe (èuscar); Carlos Vitale (espanyol) i Àngeles Lence (portugués)– i il·lustrat per Agnes Daroca.
Aquesta és la reflexió de Víktor Gómez per al pròleg 'El cuerpo sabe cómo':
Tiernísimo / este cuerpo doblegado
/ al deseo. //
Y estás aún allí / preguntándote:
¿hasta cuándo? //
Quizá la poesía, toda obra
artística o gramática de la creación, es una suerte de fuga, traslación,
traducción, que se aproxima, con mayor o menor acierto, a la música, es decir,
a lo ya intraducible. Hay un movimiento, desplazamiento voluntario, un ir
hacia, un nomadeo, que predispone al autor como un extranjero, incluso sin
salir de su laridad. Non ovunque: no en todas partes, como ese
estar y no estar, o también como el fronterizo estar “entre” las realidades
proyectadas por las fuerzas hegemónicas que se han apoderado del mundo y un
no-lugar donde se resiste, se puede ser libre, se puede dar todo uno a fondo abierto.
Es conveniente, decía un maestro de otro siglo, para buscar el quicio más allá
de lo desquiciante, ir a pensar, o en este caso a escribir, al único lugar
habitable para un poeta: su escritura. Pero ese “lugar habitable” está en un
caos originario, lejos del orden, la ley, la norma. Y no por ello la escritura
será “sin pies ni cabeza”, pero para que esta escritura sea creada, hay que ir
al origen de todo, no tanto al principio en orden cronológico, como a lo que
hay y es, en raíz. Un presente tridimensional, que participa del
presente-pretérito, el presente-presente y un presente-por venir. Nuevamente
estamos en movimiento, estamos desplazados. No estamos y estamos. ¿Qué une en
un cuerpo una escritura des-centrada, itinerante no sólo en lo espacio- temporal
sino en 6 lenguas (español, català, galego, euskera y portugués)? Una columna
vertebral de 33 tankas, donde los textos avanzan ininterrumpidamente desde el
ahora hacia situaciones reales por venir, marcando en la marcha, en su avance
por una trocha, un horizonte líquido, y un umbral o no-tiempo crítico, que lo
es tanto para el lector a título personal, como para el escritor, testigo de un
paisaje herido: hoy.
Begonya
Pozo nos propone pues un recorrido singular, que se asemeja a la ley de
coherencia en física cuántica, en tanto que al abrir el libro son seis
realidades las que se desarrollan desde un mismo punto de partida, cada una en
una lengua, lo que aporta un matiz, sin duda, a cada desarrollo.
Hay
un tiempo-límite, tras el cual, será lo indeseable. En ese umbral situamos el inicio
del séxtuple itinerario. Cada tanka es un paso. Discreto, como corresponde a
esta forma poética de origen japonés, y que conllevaba en sus inicios un
mensaje secreto cifrado en clave qué sólo el emisor y el destinatario (amantes
secretos e ilícitos en el Japón feudal) pudieran descifrar, no así los
intermediarios o portadores del mensaje. Algo así ocurre con estos poemas
romanos que nos ocupan. El lector tiene la clave de “traducción” o de “desciframiento”
pero tendrá que leer lo abisal, lo oculto, en cada texto. Lo amenazante recorre
el poemario. Lo esperanzador aguarda en consignas discretas. Lo votivo arde,
consume, deja un rastro leve de humo, un olor a ceniza. Lo erótico denotando un
juego que va de lo íntimo a lo político, permite reconstruir desde diferentes ángulos
la pasión implicada en el vivir. Hacia un otro, hacia los otros. Se cifra en el
otoño romano de 2010 la composición del texto. Han pasado cinco años. Llegamos sin
embargo a respirar, a sentir cada poema como si se nos incendiara en las manos,
con un vigor y con una delicadeza, que nos envuelven, aíslan y hacen re-vivir,
re-cordar, lo que esta historia fue-es-será siendo en tu aliento, en tu
canturreo leve, un vivir “non ovunque”.
Al
principio del libro, hay una cita de Víctor Rodríguez Núñez, que dice “la
poesía es el reino / de los equivocados” y que creo sintetiza en parte, uno de
los aromas que prevalecen en el recorrido del libro, “la equivocación” irremediable
que viven los que arriesgan en lo amoroso, político, intelectual, creativo.
Pero la equivocación es en relación a los valores del mundo mercantil,
ideológico o militar, donde éxito, poder, control, riqueza, son los valores
deseables y reconocibles, la meta de toda empresa. No es lo mismo para el
poeta, o el hedonista libertario, el amante sin mercancía ni disfraces, el yo
poético de este poemario, diario en tankas, desde la conciencia de los límites,
fracasos y gozos de la vida emancipada, es decir, de la vida equivocada. En
estas estamos, que se escoge, entre lo seguro o lo inseguro, entre la apariencia
o la desnudez, entre la coherencia o la libertad. La sutileza y la justa
inteligencia escrutadora de una pasión amorosa que se quiebra o vuelve
imposible, exponen con la precisión del cirujano y la prudencia del jardinero,
esas sensaciones, intuiciones, detalles, que hilan el camino que va del
incendio al rescoldo, de amor al desamor, de la com-pasión a la soledad, de la
entrega a la reserva… lo advierten a posteriori
y lo describen con asombrosa claridad, porque no habla la razón analítica sino
que recupera y une como en un collage
todo el cuerpo (intuitivo, sensitivo), todo el ser que escribe con la piel, los
seis sentidos, las seis lenguas. Y une en treintaitrés vértebras, tankas,
poemas, verdades, lo que no se puede decir de otra manera, salvo que la
musical. “Música de sentido”, que diría Paul Valery, es lo que predomina en tan
bella composición, tejido, poemario. El amor, no el deseo, es lo perdido. El
deseo insiste en la libertad y el goce, es una pírrica victoria. El cuerpo sabe
cómo. Moroso, se mueve desvistiéndose. Y tú, lector, crujes bajo los huesos…
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